y la complacencia, ¿qué?

El impacto de una idea no es cuánta aceptación tiene ésta en las personas, sino cuánto es el tiempo que durará la aplicación. Es fundamental el argumento para sostener a la pobre. En la razón se encuentra el uso y el abuso. Sin lugar a dudas, es importante y significativo dudar y preguntarse si las premisas que uno tiene en la vida son coherentes y consecuentes. Por otro lado, el ser humano tiende a engañarse a sí mismo: en la complacencia se encuentra un vicio de mansa aceptación del medio que le toca vivir. Acepta todo convencido que todo saldrá bien. Sin embargo, y como dice Camilo José Cela "el hombre se presenta con los pies desnudos ante dios" (esta frase representa una idea que no es necesariamente de quien escribe). Cada uno verá las explicaciones que se da a sí mismo, pero cuidado con el engaño, mira que el hombre cae en descalificaciones sin base.
Aceptada por la generalidad de los seres humanos - en este caso la complacencia es de los chilenos- la idea sistémica obliga a creer que existe una salida. ¡Profunda ilusión de un ideal que se muere en la calle! De por sí lamentable, se cae en vicios lógicos, sociales, culturales y se acepta sin remordimientos lo que la conciencia general dicta que está bien. Esto no significa mover la cabeza afirmativamente y quedarse en un estado de quietud malsano. Es pensar en consecuencia y devolver el favor, la cachetada asestada por la maldita sociedad.
no a la complacencia

¿y a uno se le ocurrió preguntarse todo esto es una estupidez?

Revisando las interpretaciones me encontré con que un individuo anónimo piensa que todo esto es una estupidez - que en el comentario original estupidez estaba escrito con s -. Si intentar crear conciencia acerca de los problemas de una ciudad y su basura es una estupidez, si tener un blog disponible para tal efecto es una estupidez, si aprovechar los medios de comunicación para esta labor es una estupidez, si reciclar es una estupidez, si escribir y criticar es una estupidez, ¿me puede decir este ser anónimo qué estaría bien por hacer si cree que todo esto es una estupidez?
En el fondo, podemos culpar a este pobre individuo que lo más probable tenga sólo basura en su cabeza y por eso no es capaz de darse cuenta del esfuerzo que hay detrás de todo este trabajo. Podemos culpar a la sociedad por crear este estereotipo de idiotas. Pero lo que no podemos aceptar es que además de basura pestilente existan individuos que piensen basura.
Esta es una respuesta al anónimo ignorante. En todo caso, gracias por confirmar la existencia de idiotas en el mundo y como dice un viejo adagio: "si los tontos volaran se oscurecería el cielo".

Moro y su modelo social: realmente una porquería

El principio básico de toda sociedad es: "algunos tendrán que hacer los sacrificios para que otros vivan y disfruten del trabajo de los primeros". Jerarquía, orden que en todo grupo humano existe depende, inevitablemente, de la detentación del poder. Como dice un pensamiento hecho escritura:"el primero que llega gana". En Utopía el poder se hegemoniza al existir claramente establecidos estamentos políticos y sociales. Los gobernantes predominan basando su poder en la aplicación de leyes rígidas, condicionando de esta forma la vida privada y pública de los utopienses (utopinos). Sin duda, el planteamiento de Moro justifica el mandato soberano, la oligarquía, donde un grupo reducido establece el poder mediante políticas del terror. Es singular que los delincuentes y opositores sean castigados con el oprobio público. Más aún, se les marca con el uso de un metal precioso, el oro, para hacer del castigo la imposición de la perspectiva obtusa de los ingleses de aquella época. Y esto debe, imperiosamente, ser considerado un acto de racismo y xenofobia: no es menor este tema debido a que muchos de los pueblos mutilados y conquistados por los ingleses gozaban de riquezas que en su mayoría eran dedicadas como adornos en la adoración de sus respectivos dioses.
Otro principio de Utopía es la fuerte división en castas. Cada una de éstas, excepto la de los gobernantes, se les impone, mediante la instrucción civil correspondiente, creencias y modos de pensar intransables e inmutables. Se plantea que por el hecho de vivir en una sociedad ideal no existen los vicios propios de una civilización desgastada y egocéntrica. Jueces, ministros, sacerdotes, prosecutores, ejecutores, "Hombres que mantienen el orden al interior de una familia", ciudadanos, pueblerinos, esclavos - estos últimos sin derechos civiles porque se les han quitado todos los rasgos que lo hacen un ser social y por tanto, la calidad civil: el concepto de persona e individuo.
En lo particular, no existe un carácter democrático, ni pacifista ni conciliador. Hablar de democracia es una corrupción de un sistema político y jurídico que ha fracasado pero que lamentablemente aún en estos tiempos tiende a funcionar: la tiranía. A partir de unos pocos "ciudadanos" dotados de los beneficios republicanos se solventa y avala un sistema autoritario basado en el terrorismo de estado y el orden público. Es este orden el que prevalece por sobre la voz de los oprimidos. Incluso, la forma de hacer negocios que mantienen el cuerpo social es una corrupción. La tierra debe ser trabajada para su mayor productividad. Caer en la explotación humana no es difícil. Con el criterio de igualdad y equidad se convence a todo un pueblo que el trabajo de uno fortalece el trabajo y la subsistencia de los demás. El sistema funciona. En el fondo, Moro no propone una comunidad. Propone sutilmente una oligarquía tiránica y esclavista.
Dios es el centro que obligas a los creyentes. Es inadmisible ser un descreído. Así, en el fin, todo se confabula para que unos pocos mantengan el poder. ¡Qué gracioso! Nuevamente se confirma: una mentira se transforma en una gran verdad.

La soberbia de los poderosos cae irremediablemente en un basurero

Nos creímos en un tiempo, glorioso amanecer de las armas y las ideas, todo lo que a veces no debíamos ser. Opulentos en esos hogares transgresores, derribamos cada árbol, desmoronamos cada cerro para hacernos más ricos. Con todo este avance se llenaron los hogares de basura y lo aceptamos como el perro que acepta ser encadenado. Infortunio de ser racionales. Cuando escuchamos la voz más triste a nuestro lado, temimos por nuestra seguridad, amparados en el argumento que todo era, necesariamente, para nosotros. Golpeamos al propio hermano para sustraerle una gota de sangre o de sudor. Elevamos mazos golpeando rostros y abriendo cabezas. “Dios, es el destino”. Llorando se reza al cielo dando gracias por la victoria. Intentamos contestar algunas preguntas creyéndonos sabios y no falta la ocasión que pasamos por idiotas tal cual un idiota dirigiendo un país. En otras, se nos traba la lengua y tartamudeamos insolentemente una palabra. “No tiene sentido que lo digas si lo vas a decir mal”. ¿Se preguntará el infeliz por la desintegridad?
Amparados en el amanecer, con la emanación nauseabunda de nuestros propios despojos, el hombre en la ciudad camina con incertidumbre por calles sucias y malolientes.

Bloques de cartón y las calles de papel

Surgieron desde una esquina algunos hombres portando carros y triciclos desvencijados. La tarde caía muy bulliciosa y era hora de trabajar. En las casas como en los edificios se comenzaba a dejar la basura en la orilla de la vereda. Verdaderos hongos saliendo, plásticos, en medio del cemento. Con la confianza adquirida durante temporadas dedicados a la elección de la basura y la experticia en las manos, todos los objetos eran revisados por el ojo ágil de quien tiene en los desechos su fuente de trabajo. El cartón se dejaba aparte. El corrugado había que guardarlo casi inmediatamente por su poca resistencia a la humedad -en verano no es problema, pero en invierno el asunto cambia. Concentrados en su labor, los cartoneros comenzaban a repletar, lo más ordenadamente posible, los carros y los triciclos. Las cajas grandes primero y luego ir colocando una al lado de la otra las piezas de manera tal que se sujetaran entre ellas. Pedían que el día les dejara bastante cartón para así llevar por lo menos una vida digna. No es difícil entender por qué una familia, compuesta por cinco personas, se dedica a juntar cartón. La necesidad de sobrevivir es fuerte. Recorrer una calle como Freire, les demandaba tiempo. Tomando en cuenta esto, lo que demora en transformarse una caja que embalaba algo hasta convertirse en un desecho inútil recogido por un grupo de hombres, no se condice al dinero que ganan con el esfuerzo. Quizás estos hombres ya no tengan la intención de cuestionarse la situación personal. Aunque surge la pregunta, ¿qué haría la ciudad de Concepción con todo el cartón que recogen y que se intenta reciclar de no ser por el trabajo de estos anónimos hombres? Reflexión para una urbe que se ahoga en su basura.

hasta cuándo con las cochinadas en este país

Más encima, se debe empezar a reciclar gente. Cómo es posible, ya que existe tanta basura de donde elegir, que uno tenga que enfrentarse a la peor de las basuras: el hombre inconciente. Mejor dicho, los hombres inconcientes, el lumpen. Salieron de su escondite, se instalaron en las calles, lanzaron bombas molotov, destruyeron los espacios urbanos, gritaron en nombre de no se sabe quién (si es que gritaron algún tipo de consigna. No creo que les alcance el cerebro para eso), dispararon, mataron a un hombre (¿qué importa que ese hombre haya sido carabinero?), se burlaron nuevamente de todos los que reposada y pacíficamente conmemoran una fecha como ésta sin ánimo de ofender ni dañar a otros por los tropiezos de la dictadura del pasado (la dictadura es otro tipo de basura: ideológica).
Y todo acabó con noticias en la televisión, los diarios, las radios. Este país no continúa en la normalidad. Más basura acumulada en el patio debe llevar a pensar si lo que se tiene es verdaderamente valioso. Lo que se ha perdido - tranquilidad, respeto, tolerancia- no se puede recuperar. Es el olvido en un vertedero porque es preferible deshacerse de la basura. Personalmente me desharía de todos los que no son un aporte al país. Aunque, lamentable, no es así.
el mono político
tengo una duda:
si somos consumidores, recolectamos en el supermercado, pagamos los productos, se transforman en basura, los botamos, nos olvidamos de ellos, etc, etc, y otro etc.; ¿cuándo empezaremos a hacernos responsables de nuestro consumo, recolección y posterior desperdiciar de materias primas?
inolvidable la escena del programa "Érase una vez el hombre" cuando ya en el futuro, nada auspicioso por lo demás, la basura cobra vida y ataca a los hombres que la miran indefensos.
érase, una vez, un planeta de cielo oscuro
y la luz, al nacer, descubrió todo un mundo de color...
nuevamente el mono molestoso
tratándose de basura, qué importan unos cuantos vagos que alzan la voz en protesta si el dinero que les genera tener un sistema de extracción tan imperfecto como el actual es mucho mayor a las multas que les concede el organismo regulador de estos mal llamados vertederos. surge una pregunta casi imposible de contestar: si la ciudadanía no hace casi nada, ¿qué esperan que hagan las autoridades frente a la dejación en que se encuentran las calles, los afluentes, las napas, el bosque, en fin, el medio natural que rodea a una comunidad?
de pronto es fácil reclamar contra alguien y la inconciencia es la ignorancia de no saber botar un papel en un depósito llamado, para tal efecto, basurero. no sólo es culpa de las autoridades y de las empresas profitadoras. también es culpa de todos los que han pasado años educándose para finalmente parecer igual de cerdos que los propios cerdos.
como bien escribía orwell en la "granja de los animales": ya no se percibía diferencia entre cerdos y hombres.
venga a bien un insulto a toda la comunidad que día a día colabora en el constante ensuciar. si tan sólo bastara con educación. un poco de cultura por favor y algo de conciencia.

Bienvenida

No es cosa de llegar y escribir. No es cosa de comprar, consumir y desperdiciar. No se trata de ser profitadores y quedarse de brazos cruzados. La mayoría hace eso, aunque existen unos pocos que desean hacer algo, por muy poco o grande que esto sea. Posiblemente, desde aquí surge la necesidad de construir el callejón reciclo, entregando un espacio donde aquéllos que realmente estén interesados en hacer algo vayan y hagan algo, permitiendo la apertura de espacios de discusión necesarios en una ciudad que se cubre las pantorrillas con tanta basura. Sin embargo, no existe ninguna necesidad de hacer cosas por hacer sin mediar un diseño, una estética, una funcionalidad, en el fondo un concepto que es a todas luces interesante y atractivo por las proyecciones que tiene en el campo de la creación y la discusión.